Guerra

A 47 años de la Guerra civil argentina

Al comienzo de 1976, tanto en la prensa gráfica como en los demás medios de comunicación, periodistas, políticos y personalidades de diversos ambientes con indisimulada impaciencia se abalanzaron a pedir el golpe cuanto antes.

Durante los casi 3 años que iban de gobierno peronista, desde mayo de 1973 hasta marzo de 1976, el terrorismo paraestatal de la Triple A ya había asesinado a medio millar de personas. La guerrilla marxista protagonizado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros había causado 1358 homicidios, y el número de desaparecidos tras las órdenes presidenciales de “aniquilar el accionar de los elementos subversivos” ya ascendía a 900.

Desde mayo de 1974, centenares de guerrilleros del ERP operaban en los montes de la selva de Tucumán, dándole guerra al Estado en el afán de segregar la provincia del territorio nacional. En esa intentona secesionista fueron famosos los crímenes de niños cometidos por la subversión: el caso más famoso fue el de las hermanas María Cristina Viola y María Fernanda Viola, de 3 y 5 años, respectivamente.

La primera fue asesinada a balazos y la segunda acabó un mes internada en estado de coma, con secuelas irreparables. El padre de ambas, el capitán Humberto Viola, también fue asesinado en el mismo ataque.

Más datos de la Guerra civil argentina

Lo expuesto no fue un hecho aislado: entre 1969 y 1979 las bandas terroristas cometieron 21.665 actos de subversión, entre ellos, 5052 colocaciones de bombas y 1748 secuestros, cantidades ratificadas en la sentencia dictada el 9 de octubre de 1985 por la Cámara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional.

En todo el período de barbarie y desgobierno previo al 24 de marzo de 1976 no solamente no se dictó ninguna condena a un solo terrorista, sino que centenares de ellos fueron premiados y amnistiados durante el lamentable pasaje presidencial de Héctor Cámpora: de los más de mil terroristas beneficiados con la impunidad, 371 ya tenían condena judicial.

Como si los escalofriantes datos de la guerra civil entonces vigente fuesen insuficientes, los números económicos se desplomaban y la hiperinflación, según informe de FIEL, arrojaba una proyección anual del 17 mil por ciento para 1976.

El apoyo generalizado a los militares, proveniente de los mismos sectores que actualmente los repudian, no se limitó a la sublevación del 24 de marzo. Una vez constituido el nuevo Gobierno, sus aplaudidores se sumaron a cogobernar con entusiasmo: de las 1697 intendencias vigentes en la gestión del presidente Jorge Rafael Videla, solo el 10 por ciento de ellas eran comandadas por miembros de las Fuerzas Armadas.

El 90 por ciento restante estaba conformado por civiles repartidos del siguiente modo: el 38 de los intendentes eran personalidades ajenas al ámbito castrense de reconocida trayectoria en sus respectivas comunas, y el 52 de los Municipios restantes era comandado por los partidos tradicionales.

La Unión Cívica Radical (UCR) contaba con 310 intendentes en el país, secundada por el Partido Justicialista (espacio presuntamente “derrocado”, con 192 intendentes), en tercer lugar se encontraban los demoprogresistas con 109, el MID con 94, Fuerza Federalista Popular con 78, los democristianos con 16, el izquierdista Partido Intransigente con 4 y el socialismo gobernaba la ciudad de Mar del Plata.

En tanto, el Partido Comunista (PC) ratificó su apoyo a Videla y fue la primera vez que una gestión de facto no prohibió ni declaró ilegal a ese partido.

Por supuesto que en el marco de la guerra civil desatada por el terrorismo marxista el Gobierno militar cometió errores y horrores, pero en absoluto estos fueron en la proporción ni en la dimensión que pretenden endilgarles los “revisionistas”: hoy ya sabemos oficialmente que los desaparecidos no fueron 30 mil sino 6447, según listado gubernamental del año 2006.

“Habrá alguno que otro desaparecido que no tenía nada que ver, pero la inmensa mayoría era militante y la inmensa mayoría eran montoneros”, literal confesión brindada por Mario Firmenich al periodista español Jesús Quinteros.

Se va otro 24 de marzo, y otra vez nos estamos perdiendo una renovada oportunidad de discutir y repensar en serio, y con afán superador, el triste pasado reciente. Este día debería ser enarbolado en una memoria completa y no parcial.

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