El día que un científico chino fue asesinado por estar a punto de descubrir un hallazgo potencialmente significativo para una investigación sobre el coronavirus. Su atacante cometió suicidio luego de ello.
Biung Li fue un investigador de 37 años que se desempeñaba como profesor asistente e investigador en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos. Antes de ello, Li ya contaba con un doctorado en ciencias computacionales de la Universidad Nacional de Singapur y un pasado como becario postdoctoral en la Universidad Carnegie Mellon.

Como investigador asociado a la Universidad de Pittsburgh, Li centró su trabajo en la biología de sistemas y fue coautor de más de 30 trabajos de investigación, aunque, tal vez, uno de los más importantes iba a ser el que nunca vio la luz. Pues en el último tiempo, el investigador había volcado todos sus estudios a la investigación del coronavirus.
“Bing estuvo a punto de hacer hallazgos muy significativos para comprender los mecanismos celulares que subyacen a la infección por SARS-CoV-2 y la base celular de las siguientes complicaciones”, afirmó en aquel momento el departamento de investigadores de la universidad de Pittsburgh.

Sin embargo, el 2 de mayo de 2020 ocurrió lo inesperado, mientras Li se encontraba en su casa en Ross Township, un hombre, identificado posteriormente como Hao Gu de 46 años, ingresó a su vivienda y le disparó, en la cabeza y el cuello, quitándole la vida al investigador. Acto seguido, el tirador volvió a su automóvil donde se suicidó con el mismo arma.
El detective de Ross Township Brian Kohlhepp afirmó, en aquel momento, ante la prensa que los hombres se conocían, aunque no estaba clara la relación que tenían ni los motivos que llevaron al asesinato del investigador. A día de hoy sigue siendo una incógnita, hay quienes creen que podría estar relacionado al hallazgo de Biung Li que nunca se dio a conocer.