Muchos son los rumores, y más aún las excusas que lo niegan, acerca de qué esconde el acuerdo económico entre Argentina y Estados Unidos, y demasiadas son las hipótesis sobre qué recursos naturales realmente interesan a los norteamericanos para semejante generosidad con esta porción Sur de Latinoamérica.

El presidente Javier Milei se comprometió con el equipo económico de Donald Trump, y especialmente con el presidente norteamericano, a concretar la privatización del sistema nucleoeléctrico de Argentina, lo cual abarca varias centrales hidroeléctricas, incluida Atucha, pero el negocio no se encuentra en este sector, sino en el contenido de una de sus bases.

El negocio nucleoeléctrico no es uno que deje muchas ganancias de manera anual, ya que solo aporta a sus dueños el 8 o 10 por ciento de ganancia, por lo cual no lo hace tan atrayente, pero sí el recurso que se encuentra en central nuclear de Embalse Río Tercero, en Córdoba, ya que en ella se encuentra una planta de cobalto.

El plan en medio de ese negocio es otorgar a dos o tres empresarios un negocio de un billón de dólares, en el cual podrán manejar un material radiactivo tan potente para poder complementarlo con un misil y poder matar la fertilidad, por ejemplo, de cualquier territorio del mundo sin importar de quién se trate, solo por el simple hecho de manejar armamento muy peligroso y criminal.

Estados Unidos sabe que el único país que posee un misil capaz de destruir su territorio es Rusia, y el material que podría hacerlo posible es un misil acuático, de 25 metros, que puede navegar varios kilómetros sin ser detectados por la profundidad con la cual viaja, por lo tanto, otorgando el negocio nucleoeléctrico a empresarios amigos de Norteamérica, Trump no tendría responsabilidad alguna sobre la creación de semejante armamento bélico.