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Gremiales
El imperio opaco de Rubén Fat: lujos, infidelidades y denuncias en UTHGRA de Mar del Plata
El dirigente gastronómico en medio del centro del debate.

Rubén Fat, otrora referente de la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos (UTHGRA) en Mar del Plata, ha quedado en el recuerdo por un estilo de vida que sus allegados califican de escandaloso e inexplicable para alguien con un salario de empleado gastronómico.

Según testimonios de afiliados, registros internos y fuentes sindicales (muchos de los cuales hoy están en litigio judicial) el ex dirigente acumuló un patrimonio y un nivel de ostentación muy por encima de lo que su sueldo le hubiera permitido.
Desde viajes permanentes a Hawái (Estados Unidos) y recorridos por Europa, hasta escapadas al Caribe en su casa rodante y camionetas 4×4 de alta gama, Fat construyó un status digno de un empresario de élite.
"Nunca entendimos de dónde venía tanto dinero", afirma a NOVA un ex compañero que prefiere el anonimato. "Él justificaba todo como inversiones, pero nunca mostró un solo respaldo contable", añadieron a NOVA.
Su esposa, Gladys Escobar, fue otra protagonista de este entramado: mientras él mantenía relaciones extramatrimoniales con delegadas y trabajadoras del sindicato, ella aceptaba las infidelidades a cambio de una vida de privilegios.
"Gladys prefería soportar los cuernos antes que perder el acceso a los beneficios que le daba la posición de Rubén", relatan fuentes cercanas. Y agregaron a NOVA: "No había problema alguno en soportar infidelidades y hasta saber que el dirigente coqueteaba con otras mujeres. Los lujos la dejaban ciega".
La caída del dirigente se precipitó cuando, tras retirarse del gremio, cobró una indemnización de 30 millones de pesos, cifra que hoy motiva demandas cruzadas. Por un lado, el sindicato cuestiona la legitimidad de ese pago millonario; por otro, Gladys (desvinculada de la obra social sindical) inició acciones legales reclamando su parte de los fondos. Irónicamente, nunca levantó la voz mientras disfrutaba de los beneficios.
Pero las revelaciones no terminan allí. Compañeros del ámbito hotelero aseguran que Fat mantiene desde hace años una relación paralela con Isabel Arena, otra trabajadora del sector. Esta unión clandestina cobra vida plena en las ausencias de Gladys, cada vez que viaja al exterior a visitar a su hija.
En esos períodos, Rubén cocina para Isabel y comparten días enteros en lo que describen como un "doble hogar".
La indignación crece en la comunidad gastronómica: mientras cientos de afiliados luchan por un ajuste salarial o por turnos médicos, Fat se retiró del sindicato con millones en el bolsillo y un raid amoroso que deja al descubierto los privilegios de algunos dirigentes.
"Si esto no es un atropello... ¿Qué lo es?", se pregunta un delegado local, reflejando el reclamo de transparencia y ética que hoy atraviesa a UTHGRA.
La justicia, por su parte, ya investiga el origen de los fondos y evalúa posibles delitos de administración fraudulenta, malversación y abuso de autoridad. En tanto, el sindicato promete reforzar sus controles internos, con la esperanza de que casos como el de Rubén Fat no vuelvan a repetirse.

