Otros Municipios | 07/04

Exclusivo

¿El Municipio de Lanús utiliza la salud para bancar la fiesta de la "casta"?

El intendente filokirchnerista Julián Álvarez se encuentra en el ojo de la tormenta.

En Lanús, médicos renuncian y vecinos quedan desamparados mientras la maquinaria política se alegra con fondos destinados a la salud.

En una ciudad donde el bienestar de la población debería ocupar un lugar prioritario, se denuncia que los fondos de los programas de salud SAMO y SUMAR se han desviado hacia actividades ajenas a la atención médica.

La situación ha generado alarma entre vecinos y profesionales de la salud, quienes aseguran que la culpa recae en una gestión que, en vez de cuidar la salud pública, se encamina a financiar recitales, shows y espectáculos de marketing político.

Renuncias y Promesas Incumplidas

Según denuncias de empleados del sector, los médicos y profesionales de salud del Municipio han optado por renunciar ante lo que describen como un abandono de persona.

"Nos prometieron que la plata se repartiría de forma igualitaria para garantizar sueldos e insumos, pero desde que empezó el año la situación se ha vuelto insostenible: el dinero destinado a la salud se ha estancado, dejando a muchos en cero", afirman varios trabajadores que optaron por no ser identificados.

La crisis se agrava al saber que, en un contexto en el que las urgencias sanitarias demandan recursos inmediatos, dichos fondos se destinan a financiar eventos que, en apariencia, responden más a intereses políticos que a necesidades de la comunidad. La cuenta de inversión en actividades como conciertos y actos festivos se presenta como una “fiesta” que ensalza a políticos y ocultar la falta de recursos imprescindibles para la atención de la salud.

La polémica gestión del intendente Julián Álvarez

El epicentro de la controversia es el manejo de los programas SAMO y SUMAR, cuya finalidad original era invertir en el fortalecimiento del sistema de salud en Lanús. Sin embargo, denuncias apuntan a que el intendente Julián Álvarez podría estar desviando estos recursos para financiar actividades de tipo cultural y de entretenimiento, que, si bien contribuyen a la imagen política, dejan de lado el compromiso con la salud y el bienestar de la ciudadanía.

Ante la presión y la creciente indignación de vecinos y trabajadores, la respuesta del gobierno municipal ha sido desacreditada por muchos: “La culpa es de Nación que no manda la guita”, según expresaron representantes oficiales. Esta respuesta, considerada una excusa recurrente, no convence a una población que se encuentra cada día más expuesta a la precarización de sus servicios de salud.

La denuncia no solo se limita a señalar un problema administrativo. Va más allá y plantea una reflexión sobre el destino que merecen los fondos públicos en una ciudad que clama por respeto y atención. Lanús no es una simple caja de recursos, sino un territorio repleto de historias, expectativas y necesidades. Abandonar la salud y desatender la calidad de vida de los vecinos es, en esencia, renunciar al compromiso con el ciudadano.

El uso de los fondos destinados a atender emergencias y a garantizar un sistema de salud robusto se transforma en un emblema de corrupción y clientelismo. Mientras tanto, la población se queda con la duda y la preocupación de ver cómo lo que debería ser una prioridad pasa a ser el sustento de una “fiesta” política, donde el dinero de los que laburan es malgastado en actividades que más que promover el bienestar, refuerzan intereses personales y políticos.

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