Opinión | 27/02

Análisis

El primer año de la revolución liberal y sus desafíos para el 2025

Desde la audición y especialización en normas internacionales.

Por Fernando Arrieta

Argentina atraviesa un momento inédito que pocos creían posible. En apenas un año de gestión, el presidente Javier Milei se ha enfrentado a una “casta” política dispuesta a magnificar cualquier detalle para bloquear iniciativas de cambio. La reciente polémica por un tuit y la amenaza de un juicio político ilustran la estrategia opositora: buscar errores ínfimos, exagerarlos y frenar cualquier transformación profunda.

Sin embargo, más allá de las acusaciones y los intentos de embarrar el terreno, los resultados hablan por sí solos. En solo doce meses, el gasto público se ha reducido un 30 por ciento, logrando un superávit financiero del 0,3 del PIB, un hito no visto desde 2010. Además, la burocracia estatal se ha recortado de manera significativa. Áreas redundantes se fusionaron en el nuevo Ministerio de Capital Humano, unificando funciones vitales, eliminando trámites absurdos y aliviando a los ciudadanos de estructuras que antes eran un lastre.

El contraste es evidente si miramos a la provincia de Buenos Aires, gobernada por Axel Kicillof, que mantiene 22 ministerios, mientras que la administración nacional funciona con apenas 11. ¿Por qué esa insistencia en sostener un aparato estatal sobredimensionado?

Para muchos, la respuesta es clara: allí se refugia la casta política, con salarios asegurados y control de los hilos del poder. Milei, en cambio, impulsa un Estado más pequeño y eficiente, apalancado en el libre mercado, sin que los políticos “de siempre” decidan cómo deben vivir los argentinos.

Los avances en materia económica son palpables. A fines de 2023, la inflación anual rondaba el 211,4 por ciento y la mensual superaba el 25,5. Hoy, ambas cifras han descendido a 193 y 2,7, respectivamente, un logro inédito para un país acostumbrado a devaluaciones constantes. El PIB creció un 3,9 en el tercer trimestre de 2024 y se proyecta un 5 para el año siguiente. Sectores clave, como la agroindustria y la tecnología, están generando inversiones y oportunidades a largo plazo. Mientras tanto, el índice S&P Merval subió más del 160 en 2024, y el peso argentino se apreció un 44,2 frente al dólar. Esta estabilidad ha permitido reactivar créditos a 30 años y que quienes viajan al exterior ya no vean evaporarse su moneda.

La rapidez con la que Milei enfrenta las controversias también ha sorprendido. En menos de 24 horas después de que se promoviera un ataque masivo por un simple tuit, el presidente aclaró la situación, evidenciando que todo se trató de un error inflado. ¿Existía realmente una intención de ofender?

De ninguna manera. Tampoco existen restricciones a las libertades individuales, como alegan algunos: Milei ha reiterado que cada persona puede diseñar su proyecto de vida, siempre que respete el de los demás. El objetivo es liberar a los argentinos de políticas que bloquean su crecimiento mediante impuestos desmedidos, regulaciones excesivas o la devaluación crónica que devora los salarios.

Para quienes buscan pruebas adicionales de esta transformación, basta con observar cómo la reducción de cientos de cargos públicos obsoletos impactó en el déficit, que tiende rápidamente a cero. Aun así, queda mucho por recortar: existen dependencias heredadas de gobiernos anteriores que siguen sin justificación aparente. En la vereda de enfrente, la oposición (con nombres como Sergio Massa, Cristina Fernández de Kirchner, Horacio Rodríguez Larreta, Alicia Kirchner, Guillermo Moreno, Hugo Moyano, Elisa "Lilita" Carrió, Eduardo "Wado" De Pedro, Luis D'Elía, Eduardo Beliboni, Fernando "Chino" Navarro, Natalia Zaracho y otros) busca recuperar espacios de poder con promesas que nunca han resuelto los problemas de fondo. De cara a las elecciones legislativas, están ansiosos por capitalizar cada mínimo tropiezo del Gobierno.

No obstante, es probable que, incluso si regresan al Congreso, no encuentren el mismo panorama de siempre. Los legisladores libertarios ya no darán vía libre a las prácticas que engordan al Estado a costa del contribuyente. El argentino está alerta y comprende que el desequilibrio se originaba en un gasto público excesivo que absorbía la riqueza de quienes trabajan día a día.

Así, los llamados “kukas” tendrán más dificultades para imponer modelos de subsidios eternos y burocracias redundantes, sobre todo si se compara la eficiencia de un gobierno nacional con 11 ministerios versus los 22 de la provincia de Buenos Aires.

La inserción de Argentina en los mercados globales es otra señal inequívoca de que el objetivo no es controlar al ciudadano, sino ofrecer más oportunidades de crecimiento. De haber estado aislado, el país pasa hoy a competir a escala internacional, lo que abre nuevas puertas para el comercio, el turismo y la inversión. Cada argentino puede aspirar a superarse, emprender y forjar su propio futuro, sin que un grupo de políticos decida cuánto se gana o dónde se invierte.

¿Vale la pena apostar a esta revolución libertaria? Para muchos, los datos son contundentes: en un año se han sentado las bases de una estrategia que apunta a la estabilidad, la inversión y la responsabilidad fiscal. No es un relato de fantasía: las medidas se estudian ya en universidades prestigiosas, intrigadas por la forma en que Argentina está “achicando” su Estado y devolviéndole el protagonismo a la gente.

Por eso, cuando vuelvan los mismos de siempre con discursos apocalípticos y promesas recicladas, conviene recordar lo conseguido en estos meses. El presidente Milei ha demostrado que su gestión no depende de retóricas vacías, sino de decisiones claras y ágiles: un Estado reducido, la promoción de la libre competencia y la búsqueda de mejorar la calidad de vida de las personas. En definitiva, se trata de un gobierno que comprende su verdadero rol: servir a los ciudadanos, no someterlos con cargas impositivas, trabas burocráticas o inflación descontrolada.

Argentina parece encaminarse a un salto histórico: de la inestabilidad crónica a la solidez financiera, y del aislamiento internacional a la apertura inteligente. Falta mucho por hacer, pero la determinación del Gobierno para no ceder ante los artilugios de la vieja casta es evidente.

El mundo mira con curiosidad y los argentinos comienzan a ver que, en apenas un año, se han logrado avances que décadas de politiquería no pudieron concretar. Con un Congreso que despierta y una sociedad más consciente, el futuro se vislumbra prometedor. El llamado es claro: estar atentos para que este gran proyecto de vida no sea otra vez víctima de quienes históricamente han vivido a costa de los demás.

COMENTARIOS