Lo que se venía anticipando en pasillos del poder finalmente estalló en Morón. Durante la madrugada de este lunes, grupos encapuchados realizaron pintadas contra Lucas Ghi en la puerta del Palacio Municipal y en distintos puntos del centro. Las cámaras de seguridad muestran una acción coordinada, lo que generó preocupación, especialmente dentro del peronismo local.

Aunque nadie se adjudicó la movida, fuentes políticas municipales y provinciales señalan que la metodología coincide con maniobras atribuidas anteriormente a sectores vinculados al sabbatellismo, que hoy transita una tensión abierta con la conducción de Ghi.

El trasfondo de esta escalada se explica por una reestructuración profunda del gabinete tras las elecciones generales. Ghi decidió cortar con el histórico control que Martín Sabbatella tuvo en áreas clave del municipio y desplazó a funcionarios pertenecientes a ese espacio político.

Pero el punto de mayor fricción fue la detección de cerca de 500 contratos sin función mediante auditorías administrativas. Esos vínculos laborales, que según el entorno del intendente “no tenían respaldo en tareas efectivas”, fueron dados de baja, en una decisión que marcó un antes y un después en la relación entre ambos sectores.

Para el sabbatellismo, esto significó un desmantelamiento estructural de su influencia territorial, que venía ejerciendo hace décadas en Morón. Para Ghi y su equipo, fue un movimiento necesario para ordenar el municipio y recuperar manejo político.

El conflicto supera las fronteras del distrito y se mete de lleno en la interna del kirchnerismo bonaerense. Morón es territorio estratégico dentro de la Primera Sección Electoral, clave para cualquier armado provincial.

Dirigentes consultados coinciden en que:

• Axel Kicillof busca fortalecer su propio esquema político hacia el futuro.
• La Cámpora y sectores referenciados en Máximo Kirchner mantienen diferencias con el gobernador.
• El sabbatellismo, alineado históricamente con Máximo, aparece debilitado tras la ruptura local.

En este tablero, Lucas Ghi emerge alineado a Kicillof, mientras que el sabbatellismo intenta sostener su poder territorial en medio de un reacomodamiento que podría redefinir la conducción del peronismo en los próximos años.