El precio mayorista se disparó por encima del 20 por ciento en un día, en medio de una fuerte contracción del mercado. Desde enero el precio aumentó 50 y los distribuidores calculan que hasta fin de año se agregará otro 60.

Pocas horas después de que la Secretaría de Energía ordenara la eliminación de los precios máximos para el gas envasado, los comerciantes de barrio recibieron las primeras listas con aumentos que superan el 20 por ciento.

Un sector del empresariado que interviene en la cadena de valor habló de un aumento del 26,6 por ciento y anticipó que el ajuste seguirá hasta fin de año.

Este martes, almaceneros de barrios bonaerenses comentaron que recibieron a un precio de 11.300 pesos la garrafa Shell de 10 kilogramos que hasta el cambio regulatorio costaba 9300, una variación del 21,5 por ciento.

Los comerciantes de Rosario recibieron un aumento que rondó el 20 por ciento. Un vendedor local consignó que tuvo que subir el precio de la garrafa de 10 kilos de 10 mil a 12 mil pesos.

El consultado dijo a Tiempo Argentino que con el último agregado en lo que va de 2024 el precio que le paga a su proveedor mayorista acumuló una suba del 50 por ciento.

En provincias más alejadas de los centros de producción y distribución de GLP (el producto dentro de la garrafa), el precio al público es todavía mayor. Por ejemplo, en San Juan este martes los vecinos que fueron a reponer la garrafa pagaron 15 mil pesos por la unidad de 10 kilos y 22 mil por la de 15 kilos. 

La Resolución 216/24 terminó con la injerencia de la Secretaría de Energía para fijar el precio máximo de la garrafa en las puertas de los fraccionadores y distribuidores. 

Desde la Cámara Argentina de Distribuidores de Gas Licuado, el apoderado Carlos Pulella, dijo que el viernes pasado, hasta ese eslabón de la cadena, el precio máximo permitido de la garrafa de 10 kilos oscilaba entre 6500 y 7500 pesos y que el lunes pasó a estar entre los 8500 y 9500, lo que supone un aumento del 26,6 por ciento.

El referente empresarial remarcó al diario bahiense La Brújula 24 que la regulación que existía se limitaba a los fraccionadores y distribuidores, pero que el precio final al público, el que fijan los comercios, nunca estuvo controlado.

De eso se desprende que a partir de ahora, a los aumentos que aplican los comercios, el consumidor final deberá sumar todos los que consideren los productores y otros eslabones previos.

De momento, Pulella, desde el rincón de los distribuidores, calculó que para fin de año el precio en la puerta de las fraccionadoras será el que hoy pagan los vecinos en los comercios de los barrios, del orden de los 12 mil pesos.

Es decir que desde la publicación de la Resolución 216/24 hasta el 31 de diciembre el aumento podría ser del 60 por ciento. Si se le suma el 50 que aumentó el precio desde enero hasta agosto, el incremento acumulado sería del 110.