La UPCN en su seccional Provincia de Buenos Aires atraviesa uno de los momentos más tensos de los últimos años, con denuncias internas, cuestionamientos a la conducción y un clima de creciente conflictividad entre los trabajadores estatales. En ese contexto, tomó fuerza la versión de un pedido de adelantamiento de las elecciones generales, previstas originalmente para mediados de 2026.

Según trascendió en ámbitos gremiales, el planteo habría sido formalizado por Andrés Rodríguez, secretario general histórico de UPCN a nivel nacional, durante una reunión de comisión directiva. La lectura que hacen distintos sectores es que se trata de una maniobra defensiva frente a un escenario que ya tomó estado público y que amenaza con desbordar a la conducción provincial.

En paralelo, desde distintas áreas de la administración pública provincial y municipal, comenzaron a registrarse reuniones de trabajadores que debaten la posibilidad de presentar una lista alternativa, con un discurso centrado en un sindicalismo más transparente, horizontal y alineado con las demandas cotidianas de quienes sostienen escuelas, hospitales, oficinas y dependencias estatales.

Los cuestionamientos incluyen denuncias por presunta malversación de fondos, uso indebido de recursos, maltrato a empleados y afiliados, y persecución interna hacia quienes expresan posiciones críticas. También circulan acusaciones graves sobre el manejo de tarjetas corporativas, compras de divisas y otros gastos, así como señalamientos personales que, remarcan desde los espacios opositores, deben ser investigados y esclarecidos por los canales institucionales correspondientes. Desde la conducción, hasta el momento, no hubo desmentidas públicas detalladas sobre estos puntos.

En los comunicados que comenzaron a circular entre los trabajadores se repite una consigna: “el sindicalismo se sostiene con convicción, no con miedo”, y se reivindica el rol de la base como columna vertebral del gremio. El mensaje apunta a recuperar la representación desde abajo, dejando atrás acuerdos que, sostienen, se alejaron de la realidad del trabajador estatal.

El escenario que se abre es incierto y sin precedentes recientes para una de las estructuras gremiales más poderosas de la provincia. El eventual adelantamiento electoral, sumado a la emergencia de nuevas expresiones internas, podría redefinir el mapa sindical bonaerense. La pregunta que sobrevuela el conflicto es si se trata de un intento de control de daños o del inicio de un proceso real de democratización. Por ahora, lo único claro es que el silencio histórico comenzó a resquebrajarse y que la presión por claridad, respeto y transparencia crece desde la base.