Opinión | 26/05/24

Análisis

Aburguesados

Sobre el último encuentro del "Millonario".

Por Javier Solá

River hoy fue ese novio de la nena que cumple quince y va a la fiesta, no baila, se emborracha, se agarra a trompadas y termina echado por el padre de la nena que no para de llorar. Todo mal hizo.

Y eso marca una de dos cosas (si no ambas). O el mensaje del DT ya no es interpretado (hay mucho olor a fin de ciclo), o los jugadores están aburguesados y ven que el torneo local (al que le sobran varios equipos) no es un desafío para ellos.

Es como si vivieran en una realidad paralela donde lo único que importa es la Libertadores y ellos están por encima de los rivales locales. Alguien debería contarles que Argentinos hoy jugó mejor y ganó bien. Y que Temperley los sacó de la Copa Argentina con armas lícitas.

Y hace rato que se viene viendo un equipo sin alma y sin corazón. Se dejan amedrentar por cualquiera y se caen anímicamente ante el primer escollo. Yo no sé si hoy hubo algún hincha que pensó en poder ganar luego del gol del "Bicho".

Tan honda es la falta de conducción que los jugadores confunden guapeza con bravuconería. Ser guapo es bancarte las patadas, pedirla siempre e ir para adelante.

No querer pelearte porque te pegaron como hizo hoy Pablo Solari, o Miguel Borja contra Boca. Ser guapo es jugar en cualquier cancha y ante cualquier esquema del rival. Ser guapo es aceptar que a veces el plan previo puede fallar y cambiarlo sobre la marcha. Nada de esto se ve hoy en River.

No es por señalarlo (aunque creo que es un milagro que sea titular), pero hoy Leandro González Pires declaró al terminar el partido que el rival cortó mucho y el árbitro lo dejó. Y que se les hace muy difícil jugar en canchas chicas y con el pasto seco. Estaría bueno que alguien le avise que hoy ellos pegaron más que su rival.

Y que ni en Mendoza, ni en Montevideo, ni en el partido contra Boca jugaron en una cancha chica y con el pasto seco y tampoco pudieron jugar bien, ni ganar. Además, juega en la liga argentina. Salvo honrosas excepciones, todas las canchas son más chicas que el Monumental o tienen peor pasto.

Es que llama la atención el mal momento de tantos jugadores. Sacando a Franco Armani (aunque varios lo puteen por los penales, para mí sigue siendo de los mejores arqueros de la Argentina), Paulo Díaz y, a veces, Borja, el resto del equipo parece no tener el pin para vestir el manto sagrado.

Y entonces cabe preguntarse si la culpa es del chancho. Rodrigo Aliendro pasó de ser el mejor a salir todos los partidos. Enzo Díaz perdió el puesto con un Milton Casco casi retirado. Ezequiel Barco pasó de ser un fenómeno a alternar titularidades y suplencias. Lo pregunto sin malas intenciones, ¿a quién potenció este cuerpo técnico?

Y ya hasta los chicos están pagando el pato. ¿A qué entró hoy Franco Mastantuono? ¿Es necesario que Claudio Echeverri se ponga el equipo al hombro? Este es un momento en el que deberían aparecer los grandes. Pero la falta de conducción se nota tanto afuera como adentro de la cancha.

Un ejemplo lo demuestra. Hoy a River le costó un Perú llegar al arco rival. En este contexto cada corner se convirtió en una chance única de llegar a un hipotético empate. El "Diablito" pateó todos los tiros de esquina, y absolutamente todos le salieron bajos y al primer palo. De no haber habido una orden de que patee así (si la hubo, el que la dio debería renunciar hoy), alguien debió decirle que por ahí no iba la cosa. Y si alguien se lo dijo y él siguió con la suya, debieron hacer que patee otro.

A pesar de lo que varios hinchas desean, ni Martín Demichelis va a renunciar, ni los dirigentes lo van a echar. Ni tampoco van a llegar esos refuerzos que garanticen jerarquía. Entonces estaremos condenados a ver un equipo que se agranda cuando la tiene fácil y se apichona en las paradas bravas.

Quizá eso le alcance para competir en el torneo doméstico, pero en cuanto nos toque un equipo en serio en la Libertadores, tiraremos la toalla. Espero equivocarme. Pero hasta ahora, es lo que me muestra este equipo de Demichelis.

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