Política | Ayer
Escenario tenso
Irán se instala militarmente en Venezuela y dispara alertas: drones de combate y logística encubierta
La cooperación entre Caracas y Teherán avanza desde lo político hacia lo bélico: producción local de drones, presencia de agentes iraníes y redes de impunidad que inquietan a los países limítrofes.
La presencia iraní en América Latina ya dejó de ser una sospecha para convertirse en un hecho consolidado. Durante dos décadas, Irán aprovechó su vínculo con Cuba, Nicaragua y especialmente Venezuela para instalar una estructura política, logística y militar que hoy se traduce en la fabricación de drones de combate y vigilancia dentro del territorio venezolano.
La relación tomó forma a mediados de los años 2000, cuando Mahmud Ahmadinejad, por entonces uno de los líderes más influyentes del mundo islámico, inició un intenso acercamiento con la región. Su alianza con Hugo Chávez no solo fue ideológica: abrió canales de cooperación estratégica que Nicolás Maduro mantuvo y profundizó. La afinidad entre ambas naciones se sostiene en bases claras: regímenes autoritarios, antisemitismo explícito, enemistad con Estados Unidos y una estructura estatal cerrada al escrutinio internacional.
Ese contexto permitió que Venezuela, un país que hace 25 años no tenía industria bélica, hoy fabrique o ensamble drones con capacidad de reconocimiento, ataques de precisión y operaciones tácticas. Algunos de estos modelos fueron presentados en público durante el desfile del Día de la Independencia de 2022, cuando se mostraron los Mohajer-2 iraníes rebautizados como ANSU-100 y los prototipos ANSU-200, diseñados bajo supervisión técnica de especialistas iraníes.
La lista de equipos es extensa y confirma un salto cualitativo en la capacidad militar venezolana: desde drones tácticos como los Arpía 1, ANSU-100 y ANSU-200, hasta plataformas iraníes de mayor alcance como el Mohajer-6 y el Orlan-10 ruso. Incluso aparece un dron kamikaze de diseño local, el Zamora V-1, inspirado en el Shahed-136, utilizado por Irán y su red de milicias.
Pero el aspecto tecnológico no es el único que preocupa. Fuentes de inteligencia de varios países sudamericanos vienen advirtiendo que la alianza Caracas-Teherán favorece la entrada de agentes iraníes y organizaciones como Hezbolá y Hamás a la región, facilitados por pasaportes falsificados, convenios diplomáticos y vuelos directos Teherán-Caracas cuya opacidad inquieta a los organismos de seguridad.
La red se completa con acuerdos energéticos, mineros y logísticos, presencia de empresas iraníes en infraestructura estratégica y la instalación de nodos operativos que podrían utilizarse para actividades ilícitas. Todo esto ocurre en un escenario donde la región atraviesa tensiones internas y debilidad institucional en varios países.
