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Río Negro: Weretilneck más solo que nunca, enojado y acorralado luego de la derrota que nadie se anima a decirle en la cara

La estrategia que durante años lo sostuvo (la famosa "avenida del medio") terminó estrellándose contra los números de la noche electoral.

El clima dentro de la Casa de Gobierno se volvió denso, casi irrespirable. El gobernador Alberto Weretilneck atraviesa uno de los momentos políticos más críticos de su extensa carrera.

El golpe de las elecciones legislativas del 26 de octubre no solo dejó a Juntos Defendemos Río Negro sin representación en el Congreso: dejó a un caudillo herido, aislado y encerrado en su propio enojo.

Fuentes oficiales desde ministros hablan a las espaldas del Gobernador y confirmaron que el malestar del mandatario es palpable. Se lo ve irritable, desconfiado, y cada vez más alejado de la realidad política que lo rodea. En su entorno inmediato ya casi nadie se anima a contradecirlo.

Está rodeado de amigos del campeón que lo aplauden pero por detrás lo traicionan porque sabe que perdió el rumbo, lo describen con crudeza quienes lo ven diariamente: un círculo íntimo que solo asiente y celebra, aunque el barco haga agua.

La estrategia que durante años lo sostuvo (la famosa "avenida del medio") terminó estrellándose contra los números de la noche electoral. Aquella advertencia que su propio vicegobernador, Pedro Pesatti, le había hecho en persona y en silencio, se transformó en profecía. Hoy Pesatti desplazado observa cómo la historia le da la razón, "yo te lo dije".

Mientras tanto, Weretilneck intenta una reconstrucción desesperada hacia afuera. Videos, selfies, gestos forzados para mostrarse cercano. Subirse a un avión y filmarse como si viajara en colectivo. Llamar "Tía Mabel" a una intendenta para parecer simpático. Todo eso mientras la estructura política que alguna vez controló con comodidad comienza a resquebrajarse.

Los intendentes ya negocian por su cuenta. Legisladores preparan nuevas alianzas. Los gremios, antes contenidos, ahora endurecen sus posiciones. Y Pesatti decidió tomar distancia definitiva luego de que le negaran una candidatura al Senado. Cada uno acomoda su silla antes de que el barco termine de escorarse.

Lo que queda es la imagen de un líder que supo manejar los tiempos, las tensiones y los equilibrios, pero que ahora corre detrás de los hechos, encerrado en su propio orgullo. Un gobernador que, habiendo roto puentes y traicionado acuerdos que parecían eternos, hoy necesita de otros para sostener una hegemonía que se diluye día a día.

El futuro de Weretilneck y de Juntos Somos Río Negro ya no depende de él. Y eso, dicen en los pasillos de Casa de Gobierno, es precisamente lo que más lo enfurece.

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