
Otros Municipios | 08/02
Exclusivo
Verano en las villas porteñas: un escenario de falencias y desafíos estructurales
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) es un caos de gestión en la periferia.

En plena temporada estival, los habitantes de las villas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) enfrentan una serie de dificultades que ponen en evidencia la precariedad en servicios y condiciones de vida.
La falta de inversión en infraestructura y la insuficiencia de recursos públicos se reflejan en problemas diarios que se agravan con el calor intenso.
Agua, luz y calor extremo
Uno de los inconvenientes más notorios es la falta de agua potable. Con la alta demanda en verano, la baja presión o, en algunos casos, la ausencia total de suministro de agua afecta tanto la higiene personal como el consumo doméstico.
La problemática se suma a los cortes de luz frecuentes, consecuencia de una infraestructura eléctrica deficiente que, junto al incremento en el uso de aires acondicionados y otros dispositivos de refrigeración, deja a muchos vecinos sin medios para combatir el calor o preservar alimentos en condiciones adecuadas.
Viviendas que aguantan temperaturas extremas
Las condiciones de las viviendas en las villas son otra preocupación. Muchos hogares, construidos sin un aislamiento térmico apropiado, se convierten en verdaderos hornos durante el día.
Las construcciones de materiales precarios, como la chapa, no solo dificultan la regulación de la temperatura, sino que incrementan el riesgo de sufrir golpes de calor y otras complicaciones de salud.
Saneamiento, basura y salud en riesgo
El manejo de residuos y el saneamiento presentan falencias significativas. La recolección ineficiente de basura genera focos de infección y malos olores, mientras que las lluvias de verano, al provocar anegamientos, agravan la situación en barrios donde los desagües están obstruidos o son insuficientes.
Este escenario ha favorecido el incremento de enfermedades, sumado a la proliferación de mosquitos, roedores y otros vectores de infección, entre ellos el dengue, que representa una amenaza recurrente para la salud pública.
Escasez de espacios de esparcimiento y atención médica limitada
El verano también pone en evidencia la falta de espacios verdes y recreativos. Los niños y jóvenes, sin alternativas para refrescarse o practicar actividades al aire libre en condiciones seguras, se ven limitados en su derecho al ocio y la recreación.
Por otro lado, los centros de salud locales, desbordados por la cantidad de casos relacionados con deshidratación y golpes de calor, luchan por brindar atención en medio de recursos limitados y una demanda creciente.
Inseguridad en aumento
La vulnerabilidad de los residentes se extiende al ámbito de la seguridad. La presencia de conflictos territoriales entre bandas y el aumento de actividades delictivas hacen que, durante el verano, la sensación de inseguridad se intensifique, generando un ambiente de tensión en barrios que ya viven bajo condiciones difíciles.
Una llamada a la acción
Diversas organizaciones sociales y vecinos han alzado la voz para exigir una intervención urgente por parte de las autoridades. La conjunción de problemas en servicios básicos, infraestructura inadecuada y creciente inseguridad ha llevado a la comunidad a reclamar una mayor inversión y políticas públicas que atiendan las necesidades de quienes habitan en las villas.
Mientras tanto, cada ola de calor se convierte en un recordatorio palpable de la desigualdad y la urgencia de transformar la realidad de miles de personas que, día a día, enfrentan las adversidades de un verano sin alivio.
