Opinión | 13/06

Análisis

Vivimos en una Matrix política: una invitación a despertar

Es momento de entender cuál es la verdad.

Por Sebastián Franco

¿Alguna vez has tenido la sensación de no saber si todo lo que creés... Es realmente real? Esa pregunta, que dispara la saga de Matrix, hoy resuena más fuerte que nunca en la Argentina.

Porque si bien no vivimos conectados a una máquina que nos simula la vida, sí habitamos una realidad moldeada por construcciones políticas y narrativas que nos condicionan más de lo que creemos.

En Matrix, los humanos están atrapados en una simulación que les hace creer que son libres, cuando en realidad son meras piezas del sistema. Hoy, muchos argentinos se ven atrapados en una lógica similar, donde se nos ofrecen "verdades absolutas" bajo eslóganes como "La Libertad Avanza" o “Con Cristina no se roba”. ¿Y si todo eso fuera parte de un guion pensado para no dejarnos pensar?

¿Qué es la Matrix política?

La Matrix política es la estructura ideológica que te dice qué pensar, a quién odiar y qué aplaudir. No promueve el pensamiento crítico, sino la repetición. Te elige un enemigo, te da un discurso y te da la falsa ilusión de que estás eligiendo por vos mismo.

Hoy vemos cómo las alianzas políticas, tanto del oficialismo como de la oposición, usan conceptos como libertad o justicia social como escudos que no siempre representan la realidad. Esas palabras, que deberían ser caminos hacia el bien común, se han convertido en marcas vacías o banderas para justificar cualquier cosa.

¿Libertad o kirchnerismo? ¿Hay algo más?

Los argentinos parecieran estar obligados a elegir entre dos caminos que se presentan como únicos y absolutos:

  • De un lado, un discurso libertario cada vez más radicalizado que pone la libertad como el valor supremo, incluso si eso implica dejar a los más vulnerables a su suerte.
  • Del otro, un kirchnerismo que se autoproclama defensor de los derechos, pero que muchas veces ha usado al Estado como botín de guerra, generando pobreza estructural y dependencia.

Ambos bandos construyen una narrativa emocional poderosa, donde el que piensa distinto es “el enemigo”. Así se reemplaza el debate por el odio, y el pensamiento por el fanatismo.

¿Qué hay detrás de estas construcciones?

Las construcciones políticas se sostienen en:

  • Discursos simples, que apelan a emociones básicas como miedo, bronca o esperanza.
  • Liderazgos mesiánicos, donde el político se convierte en guía moral.
  • Adversarios caricaturescos, para evitar el debate real.
  • Repetición constante en medios y redes sociales, como si fuera un mantra.

Esto funciona porque la gente está cansada, vulnerable y busca certezas. Pero también porque el sistema político sabe que un votante que no piensa es más fácil de dominar.

El peligro: convertirnos en esclavos del relato

Cuando una persona adopta un relato como si fuera la única verdad, renuncia a su libertad interior. La política debería ayudarnos a mejorar nuestra vida, no a anestesiar nuestro pensamiento.

Cuando el “plan platita” reemplaza al mérito, o cuando el “que se mueran los pobres” se disfraza de eficiencia, el resultado es el mismo: deshumanización y fracaso colectivo.

Elegir la pastilla roja

Matrix nos recuerda que siempre hay una elección. Podemos tomar la pastilla azul y seguir creyendo lo que nos dicen los aparatos políticos. O podemos tomar la roja, y atrevernos a ver lo que hay detrás: las fallas, las contradicciones, los intereses ocultos.

Salir de la Matrix política no es fácil. Implica hacerse preguntas incómodas, romper con lo aprendido, pensar en nuevas formas de hacer política desde abajo, con valores, con coherencia.

¿Y entonces?

No escribo esto desde el enojo ni desde la superioridad. Lo escribo como ciudadano, como referente liberal en Lanús, pero sobre todo como alguien que cree en la capacidad de las personas de despertar.

El futuro no está en repetir consignas vacías, sino en construir ideas con sentido, libertad con responsabilidad y política con ética. Si no lo hacemos, la Matrix seguirá funcionando… y nosotros seguiremos dormidos.

¿Querés seguir dormido o te animás a despertar?

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