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El calvario de un afiliado con cáncer abandonado por Medical Corporative Trade: "Soy rehén de mi prepaga"

Se trata de Carlos Daniel Aguilar, quién tiene una historia de horror.

La historia de Carlos Daniel Aguilar desnuda con crudeza una de las caras más crueles del sistema de salud privado en la Argentina: el abandono de pacientes que atraviesan enfermedades graves por parte de las empresas que deberían cuidarlos.

Aguilar cuenta que en 2013 se afilió a la prepaga Medical Corporative Trade SA, atraído por la cartilla "con varias de las mejores clínicas" y por prestaciones que, en los papeles, parecían de primer nivel. Pero 2 años después, cuando le diagnosticaron cáncer de pulmón, todo cambió. "Ahí empezó la pesadilla y el abandono de persona", recuerda.

La primera señal llegó en 2015, cuando en la Clínica Adventista de Belgrano le realizaron una fibrobroncoscopía para definir el tipo de tumor. "Me negaron la atención porque mi prepaga no le pagaba a la clínica", denuncia Aguilar. Fue derivado de urgencia al Hospital de Clínicas, un centro público, donde finalmente confirmaron lo peor: carcinoma escamoso de pulmón, el tipo más agresivo.

El mismo médico que lo había atendido en la Adventista fue claro: no había tiempo ni siquiera de presentar un amparo judicial. Había que actuar rápido. "Necesitaba un PET para ver si había más cáncer en el cuerpo, pero tampoco me lo cubrieron. Lo terminé pagando privado", recuerda.

Sin respaldo de la obra social, Aguilar debió operarse en el Clínicas, donde perdió por completo el pulmón derecho. Después llegaron seis meses de quimioterapia. 3 años más tarde, en 2018, volvió el calvario: otro tumor, esta vez en el pulmón izquierdo. Lo operaron de nuevo en el Clínicas. Y, otra vez, sin prestaciones de la prepaga.

"Intenté pasarme a otra empresa, pero al tener cáncer bipulmonar y con el certificado de discapacidad, ya ninguna prepaga me acepta. Soy rehén de esta prepaga", relata con crudeza.

El padecimiento no terminó ahí. Cada control médico se transforma en una batalla burocrática. "Me vuelven loco para autorizarme las tomografías", denuncia.

Y ahora, en 2025, la situación se vuelve aún más crítica: debe operarse de la vesícula por cálculos. El procedimiento es de altísimo riesgo en su caso, por la capacidad pulmonar reducida. El cirujano le advirtió que requiere de un equipo multidisciplinario y terapia intensiva. Sin embargo, Aguilar choca una vez más contra la misma pared.

"No me prestan ningún servicio ni en la Clínica Bazterrica, ni en la Adventista de Belgrano, ni en Cemic, que son justamente las que tengo en cartilla", asegura.

El testimonio de Aguilar es un retrato doloroso pero real: pacientes graves que quedan atrapados entre la desidia de las empresas de salud privada y la imposibilidad de cambiar de cobertura. Mientras tanto, el Estado queda como única salida, y las clínicas públicas cargan con una responsabilidad que debería estar cubierta por las prepagas.

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