Curiosidades | 07/05

¡Aprendamos!

Fenómenos Aéreos No Identificados: la evolución del concepto OVNI hacia un enfoque científico

El término oficial es UAP (Unidentified Aerial Phenomena), o en español, Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI).

Lejos de los estereotipos de naves extraterrestres y platillos voladores, las agencias gubernamentales de Estados Unidos han abrazado una nueva terminología para referirse a lo que hasta hace pocos años se conocía popularmente como Objeto Volador No Identificado (OVNI).

Ahora, el término oficial es UAP (Unidentified Aerial Phenomena), o en español, Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI).

Un giro hacia la objetividad

La necesidad de desterrar la carga sensacionalista que arrastraba la palabra OVNI impulsó el cambio. Durante décadas, el vocablo evocaba más historias de ciencia ficción que investigaciones rigurosas, dificultando el análisis serio de reportes de pilotos, radares militares y ciudadanos.

Al adoptar UAP, la comunidad científica y las fuerzas armadas buscan rescatar la neutralidad del fenómeno y remarcar que, por el momento, se trata simplemente de “eventos en el cielo que no pueden identificarse como aeronaves o fenómenos naturales conocidos”.

El papel de la NASA y el Pentágono

En 2022, la NASA conformó un grupo de trabajo interdisciplinar para revisar más de 650 casos recopilados desde 1996, procedentes tanto de fuentes oficiales como civiles.

A inicios de 2025, la agencia desclasificó sus primeros hallazgos, que ofrecen un panorama uniforme de los UAP registrados:

  • Formas y tamaños: el 47 por ciento de los avistamientos describen objetos esféricos, aunque también se reportaron estructuras cuadradas, rectangulares e incluso simples puntos de luz. Sus dimensiones oscilan entre 1 y 4 metros de diámetro.
  • Altitud y velocidad: suelen encontrarse entre 10 mil y 30 mil pies (3 mil–9 mil m) y, en varios casos, alcanzan velocidades cercanas a Mach 2 (unos 2.469 km/h) sin mostrar indicios de motores o propulsores convencionales.
  • Color y materiales: predominan los tonos blancos, plateados o translúcidos, lo que podría apuntar a recubrimientos reflectantes o estructuras metálicas.

Según el informe de la NASA, “la recopilación y análisis sistemáticos de datos facilitarán la identificación de patrones que nos permitan descartar explicaciones convencionales y concentrarnos en lo verdaderamente inconexo”.

Hacia una nueva era de transparencia

El Departamento de Defensa de Estados Unidos, por su parte, ha reforzado sus protocolos de reporte y clasificación de incidentes aéreos inexplicables, alineándose con la política de puertas abiertas.

Además de mejorar la confianza de los pilotos y operadores de radares, esta transparencia busca fortalecer la cooperación internacional ante fenómenos que podrían afectar la seguridad aérea.

Mientras las investigaciones continúan, el cambio de OVNI a FANI no es solo semántico: representa un compromiso por deslindarse de mitos y leyendas, y encaminarse hacia el esclarecimiento científico de lo desconocido. El desafío ahora es reunir suficientes datos sólidos para dilucidar si estos fenómenos responden a fenómenos meteorológicos extremos, errores de transmisión o, quizás, a tecnologías aún por descubrir.

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