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Gen Z: cómo maneja el dinero la generación que nunca tuvo monedero ni conoce el dinero en efectivo
Con poco apego al efectivo y hábitos 100 por ciento online, se convirtieron en el nuevo objetivo a conquistar por bancos, fintechs y todo el ecosistema financiero.

La Generación Z, nacida entre fines de los años 90 y principios de los 2010, está marcando un antes y un después en el mundo financiero. Nativos digitales desde la infancia, estos jóvenes han crecido en un entorno donde el efectivo pierde protagonismo frente a soluciones digitales cada vez más ágiles, intuitivas y accesibles.
A diferencia de generaciones anteriores, su primer acercamiento al dinero no fue a través de monedas ni billetes, sino mediante apps, códigos QR y plataformas fintech que dominan con naturalidad. Esta transformación está cambiando no solo la forma en la que pagan, sino también la manera en la que entienden, gestionan y ahorran su dinero.
El uso intensivo de billeteras virtuales o incluso bancos digitales, se ha convertido en una extensión del celular para esta generación. “Sin necesidad de una cuenta bancaria tradicional, pueden enviar y recibir dinero, pagar servicios, dividir gastos y hasta invertir en pocos clics. La inmediatez, transparencia y trazabilidad que ofrecen estas herramientas encajan perfectamente con sus hábitos y expectativas. A diferencia de lo que ocurría antes, hoy el dinero es visualizado en tiempo real, administrado desde el celular y sin barreras físicas”, señaló Sebastián Siseles, CEO de la billetera digital Vesseo.
Lejos de ser simples usuarios, los jóvenes Z están revolucionando el mercado financiero con sus hábitos digitales. Exigen productos personalizados, rechazan burocracias, valoran la experiencia del usuario y se sienten cómodos probando nuevas soluciones tecnológicas.
Este comportamiento ha obligado tanto a bancos tradicionales como a fintechs emergentes a reinventarse con propuestas más ágiles, simples y centradas en el cliente. La Gen Z ya no quiere solo una cuenta o una tarjeta: quiere servicios financieros integrados con su estilo de vida digital.
En este proceso, la educación financiera también ha cambiado de formato. La Generación Z ya no aprende finanzas solo en la escuela o en casa, sino que se educa a través de videos en TikTok, podcasts, canales de YouTube, newsletters y plataformas interactivas.
Figuras influyentes como “finfluencers” y cuentas especializadas les enseñan a ahorrar, invertir, evitar estafas y planificar sus metas económicas. Las propias billeteras digitales también cumplen un rol didáctico al ofrecer funcionalidades que categorizan gastos, muestran estadísticas y promueven hábitos saludables de consumo.
Asimismo, los conceptos financieros básicos han sido resignificados en el mundo digital: si bien el concepto ahorro sigue siendo lo más importante, algo heredado de los millennials, esta generación ya conoce lo qué son las criptomonedas, qué diferencia hay entre gastar e invertir, y por qué es importante el historial crediticio. La facilidad de acceso a esta información, combinada con la tecnología, permite que jóvenes desde los 15 años comiencen a tomar decisiones responsables sobre su dinero sin haber pasado por un banco.
A largo plazo, se espera que esta revolución financiera encabezada por la Gen Z transforme por completo el ecosistema económico. Con una mirada crítica, tecnológica y globalizada, no solo adoptan las soluciones digitales sino que las demandan, mejoran y hasta crean nuevas.
“A medida que se insertan en el mundo laboral y acceden a mayores ingresos, la relación con su dinero seguirá siendo 100 por ciento digital, exigiendo a las empresas financieras una adaptación constante. Aquellas entidades que no comprendan esta lógica corren el riesgo de volverse obsoletas ante un público que ya no concibe otra forma de operar. La plata ya no se guarda bajo el colchón: hoy se cuida, se multiplica y se administra desde la palma de la mano”, agregaron desde Vesseo.
La Generación Z no solo está cambiando la forma en la que se usa el dinero: está construyendo un nuevo paradigma económico. Su alfabetización financiera ocurre en línea, sus decisiones se toman en tiempo real y su confianza radica en la tecnología más que en las instituciones.
