Economía | 30/11/23

Industria

Afirman que cualquier precio que le pongan a ARSAT sería una estafa para el Estado

ARSAT incrementó sus ingresos en un 823 por ciento en los últimos 4 años.

ARSAT tiene demasiados activos estratégicos, además del prestigio que conlleva, cualquier cifra sería una estafa. Y a pesar de que se decida la venta, hay un punto que sencillamente no tiene tasación posible: la REFEFO, Red Federal de Fibra Óptica.

Es una estructura anillada de enorme ancho de banda y 38 mil kilómetro de extensión lineal, pero cubre todo el país continental. Es la mayor obra de integración territorial de la Argentina en el siglo XXI. A diferencia de los ferrocarriles, transporta información en lugar de bienes y personas, no tiene estructura lineal sino es una malla de enormes anillos regionales, se hizo con plata e ingeniería propias, cubre todo el país continental con inclusión de la Patagonia, se hizo sin ingleses, no tiene acreedores y no hay modo de que el país funcione sin ella. Ésta es la causa por la que no se puede pagar. 

Antes de la construcción de la REFEFO, que empezó alrededor de 2010, internet y la telefonía celular eran pésimas incluso en el AMBA. Y del interior, ni hablar. Entre 2004 y 2015, la velocidad promedio de internet en Argentina se multiplicó casi 400 veces, y eso nos alineó un poco con la región. Antes dábamos vergüenza.

Sin la REFEFO, Whatsapp y Telegram, por citar 2 servicios IP gratis y muy populares, hoy serían imposibles. Salir sin billetes y pagar con el celular, también. Operar cuentas bancarias, ver películas por streaming, ser Tik-Toker o Youtube, lo mismo. El que se quede con la REFEFO, será además el dueño de las comunicaciones hiperveloces 5G.

Además de cobrarnos el uso de una autopista construida con plata federal, el posible dueño privado de la REFEFO tendrá el mismo control de la información que adquirió el grupo Clarín, durante el Proceso, cuando se hizo con las acciones de Papel Prensa. Su capacidad de abastecer o desabastecer de papel, de financiar, endeudar o ejecutar al resto de la prensa gráfica del país con su insumo básico se hizo inmensa.

Eso le permitió comprar otros medios de papel y de aire, y le posibilitó incluso un control fino de la línea editorial de sus competidores, lo que habilitó un negocio fabuloso: vender no información sino silencio. Los mayores estafadores nacionales e internacionales del país, agradecidos. Esta película la venimos viendo «non stop» desde 1977. Pero la secuela, adueñarse de la REFEFO, da acceso a poderes de exacción y control ilimitados sobre otras empresas y la ciudadanía, y una capacidad de silenciamiento mucho mayores que el monopolio del soporte papel.

 

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