Política | Ayer

Golpe al bolsillo en la Patagonia

Tarifas impagables en Río Negro: crece la indignación contra Weretilneck por la falta de respuestas

Luz y gas alcanzan valores récord en la provincia. Hogares, comercios y pymes advierten que el tarifazo está poniendo en jaque su continuidad, mientras el gobierno provincial evita intervenir.

Las tarifas de luz y gas en la provincia se han convertido en una verdadera pesadilla para miles de familias, jubilados, comercios y pymes que ya no saben cómo hacer para sostener los servicios más básicos. Mientras el costo de vida sigue escalando, el gobierno provincial continúa sin ofrecer respuestas concretas, dejando a los usuarios a merced de boletas que llegan cada mes con incrementos cada vez más difíciles de afrontar.

En la última tanda de aumentos, las facturas de electricidad directamente se dispararon a niveles que muchos consideran impagables. Hogares que antes pagaban cifras razonables hoy reciben montos que duplican o triplican los valores del año pasado, sin que exista un plan de contención ni una estrategia clara para evitar que la presión tarifaria termine asfixiando a la clase media y a los sectores más vulnerables.

El gas no se queda atrás. En plena Patagonia, donde las bajas temperaturas obligan a un mayor consumo, el tarifazo golpea con más fuerza. Viviendas que necesitan calefacción constante para sobrevivir al invierno están enfrentando importes que superan cualquier previsión familiar. La situación se agrava aún más en ciudades del interior, donde los salarios son más bajos y la informalidad laboral es mayor.

Comercios y pequeñas empresas también sienten el impacto. Muchos locales aseguran que ya no solo deben decidir si pueden mantener al personal, sino si pueden mantener las luces encendidas. Las tarifas se convirtieron en un factor que pone en riesgo la continuidad de actividades económicas fundamentales para cada localidad.

Sin una política provincial firme, sin auditorías públicas sobre las distribuidoras y sin una postura clara ante Nación, el costo de los servicios en Río Negro se transformó en un problema estructural que crece día a día. Los ciudadanos reclaman que alguien se haga cargo, pero el gobierno prefiere minimizar el tema y mirar hacia otro lado.

La consecuencia es simple: Río Negro paga una de las tarifas más caras del país y los usuarios son los únicos que siguen poniendo el hombro ante un Estado que no parece dispuesto a protegerlos.

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